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Realizar un proyecto en el ámbito del sector de la construcción generalmente implica efectos de índole diversa tanto antes, durante y después de su ejecución en todos aquellos que en él intervienen. Esto se evidencia significativamente en la figura del promotor del proyecto y de una forma muy especial si este no es usuario profesional de los servicios del sector de la construcción.

Por definición, un proyecto implica procesos dinámicos de principio a fin, en constante alteración, sometidos a los efectos de factores externos y a las acciones de aquellos que participan en él.

Una obra independientemente de su envergadura combina emociones, expectativas entre las partes, factores económicos, limitaciones de tiempo, condicionamientos de índole diversa y requerimientos legales.

Una obra es un proceso de fabricación “in situ” en el cual y aún a día de hoy, el 80% del peso de la producción recae en la fuerza de trabajo aportada por las personas y en sus habilidades y capacidades tanto profesionales como personales.

Este hecho implica la exposición a un estado de riesgo permanente de inestabilidad el proceso de desarrollo del proyecto y en el periodo ejecución de los trabajos.  A esto es necesario añadir la posible colisión de intereses contrapuestos que existen entre las partes.

Expuesta esta realidad también diré que una vez se han identificado los riesgos estaremos en condiciones implantar soluciones en el ámbito de la prevención, planificación, seguimiento de los trabajos y la materialización de objetivos.

El éxito en la ejecución de un proyecto de obra se basa sin duda en una preparación y estructuración metódica del proceso, desde la idea inicial hasta la finalización del mismo.

Recaerá en la figura de un gestor de obras profesional la responsabilidad de asumir la implantación de un sistema de gestión que guíe las acciones oportunas con la misión de alcanzar el éxito final del proyecto en el tiempo previsto, calidad establecida y precio acordado.

El “Gestor de obras” trabaja en representación del cliente final – promotor ante todos los agentes que participan en el proyecto y su actividad se basa en la transparencia, la honestidad y una actitud colaborativa pero firme a su vez.

Deberá generar un ambiente de trabajo basado en la estabilidad y equilibrio que permita a las partes dar lo mejor de sí mismas en aras de la consecución del objetivo final.